LAS ISLAS DE SANTA ELENA
Los primeros ingleses que llegaron a Santa Elena fueron Thomas Cavendish, quien desembarcó en junio de 1588, durante su viaje alrededor del mundo; el capitán inglés Abraham Kendall, quien visitó la isla en 1591; y sir James Lancaster en 1593, haciendo escala rumbo a Inglaterra desde Oriente, y que regresó en 1603 a la isla en su primer viaje para la Compañía Británica de las Indias Orientales.
La isla continuó deshabitada hasta la llegada de colonos neerlandeses en 1645. En 1651, Santa Elena fue transferida a la Compañía Británica de las Indias Orientales, que estableció un destacamento en la isla y construyó un fuerte en 1658, llamado Jamestown, nombre dado en honor al duque de York, Jaime II. En 1673 los holandeses tomaron posesión de nuevo de la isla, pero fueron expulsados unos meses después.
En esa época, alrededor de la mitad de los habitantes eran esclavos. En 1810 la Compañía comenzó la importación de chinos desde Cantón. Durante el mandato de la Compañía, la isla prosperó económicamente hasta 1870 cuando la apertura del canal de Suez de 1869 facilitó las comunicaciones marítimas entre Europa y Asia evitando la navegación rodeando África, una ruta en la cual Santa Elena servía como un punto de escala fundamental.
Santa Elena, debido a su lejanía e inaccesibilidad, sirvió como prisión para grandes personalidades de la historia. Napoleón Bonaparte pasó sus últimos años de vida deportado en la isla desde 1815 hasta su muerte, que tuvo lugar el 5 de mayo de 1821. El general Piet Cronje y otros prisioneros de la Guerra Anglo-Bóers fueron trasladados a este territorio, que también sirvió de lugar de exilio a algunos jefes zulúes, incluyendo Dinizulu.
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